
Los negros ojos de Jasmine exigen una mirada de tú a tú. Su tono de voz no es el de una víctima. Entra por la puerta, envuelta en mascarilla y guantes, Y antes de hablar observa con añoranza las aulas vacías del centro de estudios al que acudía cada tarde para hacer los deberes y repasar. “Aquí tenemos ordenadores y podemos estudiar. En casa no siempre consigo concentrarme. Además, aquí también tengo a alguien con quién hablar y sé que no me va a juzgar”.
“Espero que esto en un futuro no siga existiendo”. Ella, a sus 18 años asume el contexto en el que vive. «No lo he elegido, pero es lo que me ha tocado”, cuenta a RNE. No tiene dudas de que en sus manos está el poder para cambiarlo.
Lleva desde los cinco años viviendo en el Sector Seis de la Cañada Real, el más estigmatizado, conocido por sus calles sin asfaltar sembradas con pequeñas chabolas de latón. “Siempre he tenido claro que yo quiero salir de aquí y tener una vida en condiciones, que aquí ya la tenemos, pero con pocos recursos.” Leer más: